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sábado, 12 de enero de 2008

Grises mañanas.

Grises mañanas de obscuridades siniestras, aluden a eventos olvidados, de un pasado tan distante que logra sugerir lo cotidiano.

Hoy amaneció de golpe, sin aviso, sin protestas, sin derecho a voz ni voto, en una vorágine de pasiones encontradas, exacerbadas e inicuas.

La vida es un torbellino huracanado, en el que se entremezclan momentos aislados de alegría y dolor, de aburrimientos y aventuras, efímeros instantes trocados en recuerdos, por un reloj inexorable y puntual.

Y puntualmente ha amanecido, otra vez, con toda la posible inercia de matices cada vez más grises, más tenebrosos, más corruptos.

No hay más luz que la del entendimiento, pero si el entendimiento calla, ¿qué será de la historia?, ¿qué será de las generaciones por venir?

La esperanza sucumbe ante realidades nefastas, y sólo se imponen la hipocresía, la tracalería, el engaño y las propagandas evidentes y subliminales, que desdibujan al mundo real, cada vez que nos dibujan un mundo imaginario, de fábula; o ¿debo decir de horror?

Lo sublime ha sido azotado por lo vulgar, lo poético ha sido destrozado por lo inhumano, la bondad se esconde temerosa y yo ya parezco esquizofrénico-paranoide, en un ensayo sin sentido, o tal vez con tantos sentidos que parece un calidoscopio; que confunde en lugar de enseñar.

Grises mañanas de obscuridades siniestras se reiteran nuevamente, repitiéndose eternamente

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