Buscar este blog

sábado, 12 de enero de 2008

Tonterias.

Sus ojos, dos destructores; sus manos; dos submarinos torpedeándome con sus caricias nefastas.

Su silencio es guillotina, ¡cómo quisiera ser telépata!, acaso clarividente, acaso inexistente sombra, como la sombra del sol, que siempre pasa desapercibida.

Pero en fin, mi destino no es lo que yo quiero que sea, si no aquello a que me obligan las circunstancias; ¿dónde quedó el libre albedrío?
Si en verdad hubiera tal cosa, yo personalmente, habría escogido ser poeta, cantante, actor, científico o astronauta.

Habría escogido nacer en Sirio, o en Alfa Centaury o mejor en Andrómeda;
incluso habría escogido nacer en un supercúmulo tan alejado de esta Vía Láctea, que ni siquiera sabría de su existencia.

Así no tendría que olvidarla, no podría recordarla, ni remontarme al ayer esporádico e inerte, voluminoso y vacuo, vacío.

¡Dios!, ¿Cuántas tonterías escribo?

No vayas a contestarme, ni se te ocurra...

No hay comentarios: